domingo, 28 de septiembre de 2008

Tlatelolco, día 9. El bazucazo

El martes 30 de julio de 1968 el ejército salió a las calles de la ciudad de México con el propósito de aplastar una protesta de civiles desarmados (y menores de edad, en su mayoría).
El informe de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp, censurado en diciembre de 2006, antes de que a Vicente Fox le entregaran un informe light, rasurado) señala que: “Desde esta primera intervención del ejército en el conflicto estudiantil, hasta la masacre del 2 de octubre, resalta la desmedida fuerza militar empleada en contra de los estudiantes que sólo esgrimían reclamos civiles, enmarcados en los postulados constitucionales”.

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Un convoy de tanques ligeros, jeeps equipados con bazucas y cañones de 101 milímetros, y camiones de transporte de tropas de la primera zona militar, donde mandaba entonces el general José Hernández Toledo, salió en punto de las 12 del campo militar número 1 hacia el centro de la ciudad. El convoy avanzó por el Periférico hasta la glorieta de Petróleos, siguió por Reforma, avenida Juárez, Juan Ruiz de Alarcón y Santa María la Redonda. Desde ahí, los soldados marcharon hasta las cercanías del Zócalo. En Seminario y Argentina, 650 soldados del batallón de Fusileros y Paracaidistas, con el refuerzo del batallón de la Policía Militar, se parapetaron frente a San Ildefonso y apuntaron una bazuca hacia la puerta principal del edificio. Los jefes militares dieron un ultimátum a los estudiantes atrincherados adentro para que abandonaran el edificio. Como no hubo respuesta, dispararon la bazuca, tiraron la histórica puerta de San Ildefonso y ocuparon el edificio que alojaba a la Prepa 1.
Los soldados, que estaban a las órdenes del general Crisóforo Mazón Pineda, entraron a los planteles a bayoneta calada. Los estudiantes huyeron, pero su fuga fue cortada por los granaderos, que los esperaban afuera. Hubo decenas de detenidos.
Los militares rodearon después toda la manzana de San Ildefonso y catearon todo, casa por casa. Irrumpieron en todos los departamentos y locales de los edificios de las calles de San Ildefonso, El Carmen, República de Argentina y Justo Sierra; buscaban, según ellos, “elementos subversivos”. En algunos edificios fueron localizados y detenidos varios estudiantes.
El parte militar del general José Hernández Toledo, dirigido al secretario de la Defensa el 30 de julio de 1968 –convertido en la versión oficial de los hechos–, dice: “Durante la misión encomendada” por “orden telefónica del C. Srio. de la Defensa Nacional y con el refuerzo del Batallón de la Policía Militar, se procedió a desalojar a los alborotadores en la zona comprendida de Perú a Corregidora y de El Carmen a Argentina”, donde se encontraron varios camiones que ardían. “Un grupo aproximado de 300 a 400 motineros se parapetaron en la Preparatoria No. Uno, negándose a salir y recibiendo al personal de Paracaidistas y Policía Militar a balazos, bombas molotov y tabicazos, así como con detonadores de los usados en algunos tipos de bombas de aviación de manufactura americana”. “Se les exhortó a abrir la puerta, a lo que se negaron y cuando un pelotón de paracaidistas se disponía a forzar la puerta, se escuchó una fuerte detonación, seguramente producida por la explosión de los detonadores ya mencionados”. De este modo, el jefe militar se lava las manos y pretende que ninguna bazuca disparó contra la centenaria puerta. Al caer el portón, dice el reporte de Hernández Toledo, “los granaderos y policía entraron apoyados por personal de esta unidad, encontrándose 127 hombres, 10 bombas molotov, 2 botes de gasolina, 1 botella de ácido, 1 botella de amoniaco de cinco litros y una caja de propaganda comunista. De todo esto se hizo entrega al C. Teniente de Granaderos Carlos Balderrábano Medina, perteneciente a la 1a. Cía. del citado cuerpo”. Al final se indica que a “las 03:00 hs., quedó completamente desalojada dicha zona de elementos subversivos”.
Por la tarde, grupos de chavos de la Prepa 1 se fueron por San Cosme donde detuvieron tres camiones; pero fueron interceptados por la policía, que efectuó algunas detenciones. Más tarde se reagruparon y volvieron a tomar dos camiones en la misma zona, con iguales resultados.

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En la Ciudadela, en las vocas 2 y 5, algunos estudiantes (300, según un informe de la Dirección Federal de Seguridad, la policía política del régimen priista) salieron corriendo hacia Balderas a la una de la mañana con cinco minutos; posiblemente hayan tenido información de la intervención militar en San Ildefonso. Sin embargo, muchos de los chavos que salieron corriendo se reagruparon, dieron la vuelta por Bucareli y volvieron a entrar a su escuela. Un grupo de ellos, unos 400, se parapetaron en un costado de la Voca 5.
Dos agrupamientos de soldados, también mandados por Mazón Pineda, avanzaron hacia la Voca 5; llegaron ahí a las 2:35 de la mañana y detuvieron a los chavos que encontraban en el camino. Los politécnicos parapetados trataron de dialogar con los uniformados (como si eso fuera posible) y que escucharan sus razones, pero se les dio un ultimátum: tenían cinco minutos para abandonar el edificio. A las 2:45 los estudiantes son desalojados violentamente. 124 detenidos son llevados al campo militar número 1.
Después de desalojar la Voca 5, los soldados de Mazón Pineda se unen a otro agrupamiento, el del general Ballesteros Prieto, y juntos se van contra la Voca 7, en Tlatelolco. Los estudiantes de este plantel, según relato de Jaime García Reyes, discuten si van a ofrecer “resistencia al ejército, incluso intentamos parapetarnos, amarramos cadenas, pusimos mesabancos y varios compañeros estaban dispuestos a quedarse ahí agarrados de la mano para impedir que el ejército tomara la escuela. Sin embargo, al oír las noticias de lo que estaba sucediendo y en el momento en el cual vimos llegar las tanquetas, decidimos correr. Salió mucha gente de Tlatelolco a gritarle al ejército; probablemente se dispararon algunas balas. Muchos se fueron a refugiar a la Unidad Habitacional. Ahí empezó a gestarse una cierta identidad entre los estudiantes y los habitantes de Tlatelolco”.

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Una nota de El Universal de este día informa que entre la noche del 29 y la madrugada del 30 de julio ha habido “más de 400 lesionados y alrededor de mil jóvenes presos en organismos policiacos y militares”; dice la misma información que los hospitales de Balbuena, La Villa, Xoco, Rubén Leñero, la Cruz Roja, el Centro Médico y el Hospital Militar “resultaron insuficientes para dar atención a los lesionados”, muchos de ellos con heridas de gravedad.
A estas alturas, los estudiantes sostienen que la policía y el ejército han matado a 48 personas (casi todos estudiantes) en cuatro días: del 26 al 30 de julio.
Las cifras de detenidos, heridos y muertos fueron ocultadas y tergiversadas desde el principio por las autoridades (como ocurriría 17 años después con la cifra de muertos por los terremotos de septiembre). El informe de la Femospp dice: “Desde los primeros e intensos días del movimiento estudiantil del 23 al 30 de julio las cifras de heridos y detenidos, así como de muertos –que no serían reconocidos–, muestran un manejo caótico para facilitar el encubrimiento de los responsables y la falsificación de información y datos.
“Las cifras varían. Fueron detenidos en diferentes rumbos de la ciudad 343 elementos que participan en desórdenes estudiantiles, la mayoría de los cuales fue puesto en libertad, previa investigación e interrogatorio. Se hacen acreedores a consignación y por tanto permanecen detenidas 39 personas. Para Sergio Zermeño el saldo del 30 de julio fue de más de 400 lesionados y 1,000 desaparecidos”.

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Alrededor de las tres de la mañana, el regente Alfonso Corona del Rosal y el secretario de Gobernación, Luis Echeverría, dan una conferencia de prensa en el Palacio del Ayuntamiento. Los acompañan, como “consejeros jurídicos”, los procuradores general de la República, Julio Sánchez Vargas, y del Distrito y Territorios Federales, Gilberto Suárez Torres. Corona del Rosal declara que “desde el viernes último mantuvo una constante coordinación de actividades con el secretario de Gobernación y que en todo momento trató de evitar que la acción de las autoridades se apartara de la ley, pero que finalmente, al ver las proporciones que los disturbios tomaban la noche de ayer, terminaron por solicitar a la Secretaría de la Defensa Nacional su intervención”. Echeverría dice que la autonomía de la universidad estuvo en peligro; “debido a ello y en vista de la situación y para evitar derramamiento de sangre, los cuales (sic) se han evitado, fue que se pidió la intervención del ejército”. Acusa “directamente a los grupos comunistas que hay en México de haber propiciado estos desórdenes”. Sánchez Vargas aclara que él y Suárez Torres “habían estudiado detenidamente, el uno los aspectos constitucionales y el otro la aplicación correcta de la ley y finalmente estuvieron de acuerdo con Echeverría y Corona del Rosal en la intervención del ejército. En los mismos términos se expresó Suárez Torres”.
Por su parte, la Secretaría de la Defensa emite un boletín de prensa: “A petición del regente del Distrito Federal, general Alfonso Corona del Rosal, y en apoyo de la policía para hacer frente (sic) de la situación planteada por los estudiantes, las tropas del ejército entraron en acción a las 0:50 horas de hoy para disolver a los grupos en agitación que ya habían saqueado armerías y recurrido al uso del armamento sustraído, así como al uso de bombas de tipo casero en contra de las fuerzas policiacas del Distrito Federal”.
En el informe de Hernández Toledo no se menciona que hubieran encontrado armas en San Ildefonso. Más tarde, el general Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa, informa: “El ejército actuó inmediatamente después de que recibió la petición del regente y del secretario de Gobernación, para sofocar los disturbios provocados en la capital. Estamos preparados para repeler cualquier agresión y lo haremos con toda energía; no habrá contemplaciones para nadie”. Comunica que han sido detenidos 180 estudiantes.
El ex locutor Luis M. Farías, que en 1968 era presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, en una entrevista publicada en Proceso en 1993 comentó que la primera medida drástica tomada por Luis Echeverría a raíz del conflicto estudiantil fue el 30 de julio, “cuando el bazucazo en la Preparatoria de San Ildefonso. En esa fecha, hubo un acuerdo que se tomó en el DDF. Allí estuvieron Corona del Rosal; García Barragán; el secretario de Educación, Agustín Yáñez; el secretario de la Presidencia, Emilio Martínez Manautou; y el propio Echeverría. Se tomó la decisión del bazucazo. Todo fue planeado por Echeverría, pero mañosamente la reunión se realizó en el Departamento Central.” Esta decisión, “que precipitaría la inconformidad estudiantil, se tomó mientras el presidente (Díaz Ordaz) estaba en Jalisco”.
Este mismo día, 30 de julio, Corona del Rosal y el secretario de Gobierno del DF, Rodolfo González Guevara, se entrevistan con los dirigentes de la FNET en las oficinas del DDF.
Luego de los desalojos, el ejército entrega a la policía del DF –y ésta a las autoridades de la UNAM– las prepas 1, 2 y 3. La Prepa 5 sigue ocupada.
Luis M. Farías, más el presidente de la Gran Comisión del Senado, Manuel Bernardo Aguirre, más el presidente del Congreso del Trabajo, Manuel Rivera Anaya y la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado, cada uno por separado, manifiestan públicamente su apoyo a las autoridades y repudian la actuación de los estudiantes. Coinciden en que los chavos se han dejado sorprender por “provocadores profesionales”.

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Este día, en la UNAM se realizaron varias asambleas:
A las nueve y media de la mañana, frente a las oficinas de Acción Social se efectuó mitin con unos 250 estudiantes, en su mayoría de la Facultad de Derecho; un poco más tarde, un grupo de ellos fue a la Torre de la Rectoría para hacerle saber al rector de lo ocurrido durante la madrugada.
En el Ala de Humanidades en todos los planteles se efectuaron reuniones en las asambleas permanentes.
En la Facultad de Ciencias acordaron decretar la huelga indefinida y nombran guardias permanentes en el plantel.
En la Escuela de Veterinaria se acordó apoyar el movimiento estudiantil –sumándose al paro– por la agresión de que fueron víctimas los preparatorianos.
Lo mismo decidieron las asambleas de Química, Medicina, Ingeniería y Arquitectura.
En Odontología, los estudiantes de economía organizaron un mitin y pidieron que se reunieran en asamblea permanente.
Algo más tarde, en la explanada de Ciudad Universitaria se celebró un mitin encabezado por el rector, el ingeniero Javier Barros Sierra, ante unas 20 mil personas entre estudiantes, profesores y autoridades de la universidad y contingentes del Poli, Chapingo y la Normal.
Barros Sierra repudió la violación a la autonomía universitaria: “Varios planteles de la Universidad Autónoma de México han sido ocupados por el ejército. Durante casi cuarenta años la autonomía de nuestra institución no se había visto tan seriamente amenazada como ahora. Culmina así una serie de hechos en los que la violencia de la fuerza pública coincidió con la acción de los provocadores de dentro y de afuera de la Universidad... Hoy es un día de luto para la universidad; la autonomía está amenazada gravemente. Quiero expresar que la institución, a través de sus autoridades, maestros y estudiantes, manifiesta profunda pena por lo acontecido. La autonomía no es una idea abstracta, es un ejercicio responsable, que debe ser respetable y respetado por todos... No cedamos a provocaciones, vengan de afuera o de adentro, entre nosotros hay muchos enmascarados que no respetan, no aman y no aprecian a la autonomía universitaria. La Universidad es lo primero, permanezcamos unidos para defender, dentro y fuera de nuestra casa, las libertades de pensamiento, de reunión, de expresión y la más cara: nuestra autonomía. ¡Viva la UNAM! ¡Viva la autonomía universitaria!” El rector izó la bandera a media asta en señal de luto.
Radio UNAM interrumpe sus transmisiones, también en señal de luto.
Se repartió un volante con el título de “Universitarios de México”, en el que se manifestaba: “La protesta por la invasión a los planteles debe ser organizada. Rechacen a los provocadores. No abandonen la CU. Mañana 31 de julio se llevará a cabo una manifestación de autoridades, maestros y alumnos dentro de CU”.
Los profesores de la Facultad de Ciencias se reunieron y se solidarizaron con la protesta.
Se informa que las escuelas superiores de la Unidad Profesional de Zacatenco del IPN, todas sin excepción, continúan en paro indefinido; también la mayoría de las escuelas prevocacionales, vocacionales y superiores del Casco de Santo Tomás, excepto la Escuela Superior de Comercio y Administración (ESCA). También están en paro las escuelas técnicas de Chiapas, Puebla, Guanajuato, Tabasco, Jalisco, Veracruz, Querétaro e Hidalgo.

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Por su parte, la FNET, obligada por las circunstancias, tuvo que organizar asambleas y acciones en la comunidad politécnica, haciendo malabares para no ser atropellada por la marcha acelerada que tomó el movimiento; incluso llegó a acuerdos con el DDF, que no fueron consultados a ninguna escuela, en los que pactaron el desalojo militar de la Voca 5 a condición de inmovilizar a los estudiantes.
La FNET, sin embargo, fue rebasada por la base politécnica, que acordó en asambleas un paro indefinido y la conformación de las primeras brigadas que buscarían vincularse con la ciudadanía.

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