lunes, 29 de septiembre de 2008

Tlatelolco, día 62. La batalla de Tlatelolco

El sábado 21 de septiembre siguieron los enfrentamientos en Zacatenco, mientras los chavos de la Voca 7 se preparaban con piedras y bombas molotov para recibir en Tlatelolco a los granaderos y los adolescentes de la prevocacional 4 y de la secundaría 83, así como los propios tlatelolcas y vecinos de otras zonas aledañas, se unían a los estudiantes de la Voca 7. Jaime Reyes García narró: “Los chavitos de secundaria, aprovechando el sábado, se integraron para pertrecharse contra los granaderos (...) Teníamos las azoteas de los edificios llenas de chavos con piedras gordas”. Los estudiantes quemaron trolebuses, patrullas y un jeep e interrumpieron el tránsito en San Juan de Letrán, para tratar de distraer a la policía, que en ese momento está atacando Zacatenco.
Jaime Reyes contó que los jóvenes “Decíamos: ‘En Zacatenco nos están golpeando, vamos a provocar situaciones para que vengan por nosotros que sí estamos preparados para enfrentarlos”. A las seis y media de la tarde llegaron a Tlatelolco los granaderos y empezó, dice García Reyes, “una de las batallas más temibles que hayamos tenido contra ellos, y con un saldo positivo para nosotros”. Granaderos, policía montada y gendarmería “bajo el mando del teniente coronel Armando Frías y del general Cueto Ramírez”, concentran su ataque sobre la Voca 7. Los estudiantes, parapetados en los edificios aledaños, atacaron a los granaderos con piedras, palos y bombas molotov, y los vecinos de Tlatelolco les aventaban “baldes de agua caliente”. Los granaderos respondieron con gases lacrimógenos y las mismas piedras arrojadas por los estudiantes.
En medio de la refriega “un militar, que andaba de civil, de apellido Urquiza, intentó llegar a su casa en Tlatelolco y vio que unos granaderos golpeaban a su madre. Sacó su pistola y mató a dos granaderos”. David Ortega relata que los estudiantes de todos los planteles de Zacatenco, al saber de los enfrentamientos en Tlatelolco, enviaron “refuerzos hacia la zona de combate. Prácticamente se divide la ciudad y se abre un campo de enfrentamiento directo. Se organizan brigadas de carros que llevan y traen a los que están golpeados, a los intoxicados con gases, y de alguna manera funcionan como retaguardia de los enfrentamientos”. La lucha se extendió hacia Peralvillo, la colonia Ex Hipódromo y Tepito. Y narra García Reyes que en Ex Hipódromo de Peralvillo, los jóvenes aventaban llantas encendidas a los policías: “A las doce de la noche no había un solo detenido, los granaderos habían agotado sus provisiones de armas, habían muerto dos de ellos, y se pusieron a disparar, a mí me consta. Ví granaderos disparando con pistola. Cuando ya estaban totalmente derrotados, llegó el ejército...”

No hay comentarios: