domingo, 28 de septiembre de 2008

Tlatelolco, día 5. Piedras en los botes

El viernes 26 de julio la situación empezó a descontrolarse. Este día tuvieron lugar dos manifestaciones, con autorización, ambas, del Departamento del Distrito Federal. Cada una de ellas fue convocada por agrupaciones distintas y tenían rutas y horarios diferentes.
Una, convocada por la FNET, para protestar por el allanamiento de la Vocacional 5 por parte de la fuerza pública y en demanda de la desaparición del Cuerpo de Granaderos y la destitución de los jefes de la policía preventiva del DF, Luis Cueto y Raúl Mendiolea.
La otra, convocada por la Central Nacional de Estudiantes Democráticos, la Juventud Comunista y las sociedades de alumnos de varias escuelas de la UNAM y del Poli, conmemoraba el asalto al cuartel Moncada, quince años antes, en solidaridad con la revolución cubana. Los organizadores de esta marcha ya conocen el problema de invasión a la Vocacional 5, por lo que incluyen en sus mantas lemas de apoyo a sus reclamos. La marcha de la CNED comienza a las seis de la tarde en Salto del Agua, avanza por San Juan de Letrán (hoy Eje Central) y avenida Juárez y concluye con un mitin en el Hemiciclo a Juárez.
Esta marcha, fue reportada con acuciosidad por el policía Francisco Gutiérrez, de la Dirección Federal de Seguridad: “De las 18 a las 18:25 horas del día de hoy se reunieron en Salto del Agua, ubicado en San Juan de Letrán y Arcos de Belén, alrededor de 600 estudiantes, invitados a participar en lo que llamaron Marcha Juvenil por el 26 de julio.
“Iniciaron su marcha encabezados por Rubén Valdespino, miembro del Partido Estudiantil Progresista de la Facultad de Derecho, facción CNED, y Arturo Sama Escalante, dirigiéndose al norte sobre la avenida San Juan de Letrán.
“Durante el trayecto, se unieron a la columna manifestante grupos estudiantiles que se transportaban a bordo de camiones, aumentando el contingente a 1,200 alumnos, en su mayoría del IPN.
“Se notó la presencia de Raúl Álvarez, ex miembro del PCM y filial de la Liga Espartaco, así como Antonio Morín, militante de la Liga Espartaco. Fuera de la columna iban Gerardo Unzueta Lorenzana y Miguel Leonel Posadas, directivos del Partido Comunista Mexicano.
“Continuó la columna hasta la avenida Madero y San Juan de Letrán, donde aproximadamente 300 personas se separaron del grueso de la manifestación para iniciar un breve mitin.
“Exhortaron a los estudiantes a unirse, como en París, Francia, donde hicieron bambolear el gobierno burgués y dictatorial del general De Gaulle y dijeron que en México debe iniciarse un movimiento similar.”
Mientras tanto, la marcha de la FNET empezó a las cuatro de la tarde en la Plaza de la Ciudadela, avanzó por Balderas y en avenida Juárez dobló a la izquierda. Al pasar por el Monumento a la Revolución, el estudiante Efraín García Reyes subió a un camión y arengó “a los jóvenes para romper el control de la FNET”; de inmediato, “gente de Chayo Cebreros” apedrea y corretea a García Reyes y a otros estudiantes. La marcha continúa su ruta en orden y concluye con un mitin en la Plaza del Carrillón del Casco de Santo Tomás, cerca de las siete y media de la noche, cuando la marcha de la CNED había llegado al Hemiciclo a Juárez.
En Santo Tomás, los estudiantes politécnicos opuestos a la FNET se apoderan del sonido e invitan a los manifestantes a ir al Zócalo. La invitación es aceptada por cientos de chavos, quienes se organizan y emprenden el camino; secuestran autobuses, se bajan en el panteón de San Fernando e inician la marcha al Zócalo. A la altura de la Torre Latinoamericana coinciden con la otra manifestación. Ahí se marca una línea para que ésta continúe su ruta hacia el Hemiciclo a Juárez y los del IPN hacia el Zócalo, por Madero.
En la esquina de Madero y Palma son atacados por granaderos y obligados a retroceder hasta la Alameda. Los politécnicos se dirigen al mitin que se lleva a cabo en el Hemiciclo a Juárez, donde informan de la golpiza que han sufrido y piden apoyo. Algunos oradores, la mayoría no identificados, exhortaron al grueso a hacer frente a los granaderos e intentar otra vez llegar al Zócalo. Esperaron a los grupos dispersos que regresaban y, pasadas las ocho de la noche, optaron por realizar una marcha conjunta que intentara llegar al Zócalo. Marchaban cerca de dos mil chavos vitoreando a la UNAM y al Poli y lanzando consignas a favor de la unidad estudiantil y contra los jefes policiacos y la represión.
En el camino, algunos estudiantes encuentran. casualmente, piedras, muchas piedras, en los botes de basura (sí, antes había botes de basura en las calles).
En estos momentos, los estudiantes son nuevamente interceptados por un convoy de policía que creó confusión y temor. La mayoría de los manifestantes se dispersó.
El grupo que no lo hizo, principalmente estudiantes del Poli, se encontró con el general Raúl Mendiolea Cerecero, quien iba acompañado de seis policías vestidos de civil y un uniformado. Mendiolea se aproxima a los manifestantes para ordenarles que se retiren, “recibiendo en respuesta una lluvia de piedras”. Da una orden a la policía, que se lanza contra los manifestantes, persiguiéndolos y golpeándolos con brutalidad, “sin distinguir entre manifestantes y transeúntes, lo que obliga a todo el público a replegarse hasta la glorieta del Caballito” (el caballito original, la estatua ecuestre de Carlos IV, se hallaba en una pequeña glorieta en la confluencia de Reforma, Bucareli, Rosales y avenida Juárez).
En su desbandada, los estudiantes fueron perseguidos por granaderos y policías preventivos. Varios chavos que intentaban reagrupase fueron detenidos. La persecución se generalizó por el centro de la ciudad. Los alumnos de las preparatorias 2 y 3 fueron golpeados cuando trataban de llegar a San Ildefonso.
Estudiantes del Poli se dirigen a la Escuela Superior de Economía, donde está realizándose un festival en homenaje a la Revolución Cubana. Allí, los estudiantes acuerdan lanzarse a la huelga esa misma noche. A ese acuerdo se van sumando las Vocacionales 5 y 7, la Escuela Nacional de Medicina Homeopática y, al día siguiente, la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, la Escuela Técnica Industrial Wilfrido Massieu y la Escuela Superior de Ciencias Físico-Matemáticas.
“Aproximadamente a las 22:30 horas, un grupo de aproximadamente 150 estudiantes que habían participado en la manifestación, se presentaron en las escuelas preparatorias número 2 y 3 ubicadas en Guatemala y Lic. Verdad y Justo Sierra y Argentina, calles que colindan con ambas preparatorias, y procedieron a incendiar dos camiones de pasajeros. Cuando llegaron los bomberos con una pipa, fueron rechazados por los estudiantes que se refugiaron en las dos preparatorias y, desde las azoteas, arrojaban proyectiles que no dejaban acercar a la policía”.
Esa noche, la Policía del Distrito Federal informó que había actuado debido a que el presidente de la FNET, José R. Cebreros Manjarrez, “solicitó que elementos de la Jefatura de Policía intervinieran para restaurar el orden y procedieran en contra de quienes estaban provocando estos actos aun cuando se tratara de auténticos estudiantes.” Con esto, la FNET perdió la poca credibilidad con que contaba.
Además de perseguir y detener a estudiantes universitarios y politécnicos durante la noche del 26 y la madrugada del 27 de julio en el centro, la DFS y la policía desatan una cacería de brujas contra organizaciones comunistas. Allanan en diversos puntos de la ciudad las oficinas del Partido Comunista, el local de su órgano de prensa, La Voz de México, y las oficinas de la CNED. Supieron que muchos de ellos se habían reunido en el café de las Américas (en Insurgentes y Baja California), y allí también fueron a buscarlos. Se tienen documentados 96 detenidos, todos ellos por órdenes del procurador general Julio Sánchez Vargas. Por la noche, la Jefatura de Policía emitió un boletín de prensa en el que dio a conocer la detención de varias personas de filiación comunista, a quienes acusaba de ser provocadores de los disturbios estudiantiles.
Aparentemente esta noche mueren los primeros estudiantes del movimiento. De acuerdo con un manifiesto posterior emitido por los estudiantes agredidos, durante los zafarranchos del 26 de julio por la noche y del 27 de julio por la madrugada, hubo siete muertos, 500 heridos, cinco conmocionados y más de 200 detenidos. Sin embargo, solo cinco heridos aparecían en las listas de la DFS.

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