lunes, 29 de septiembre de 2008

Tlatelolco, día 44

El martes 3 de septiembre de 1968, en un manifiesto a la nación, el CNH responde al cuarto informe presidencial: “Se ha dicho que el movimiento estudiantil iniciado en julio carece de una bandera (...) Con esto se quiere tender una cortina de humo que oculte no sólo el contenido real de nuestros propósitos, sino la raíz y razón de los mismos, condicionados por una situación general de imposturas políticas, de ejercicio arbitrario del poder, de la negación de las libertades y derechos ciudadanos, de falsificaciones jurídicas que en cualquier país acreditarían al Poder Judicial como reo de asociación delictuosa (...) Tenemos pues una bandera de principios –aparte la reclamación de agravios que representan los seis puntos de nuestra demanda en contra de las autoridades. En sus comienzos, quizá nuestro movimiento se hubiera satisfecho con la reparación de daños y la remoción de los culpables de aquéllos; pero en México se ha totalizado a tal extremo el sistema de opresión política y de centralismo en el ejercicio del poder –desde el nivel de gendarme hasta el de presidente– que una simple lucha por mínimas libertades democráticas (como la de manifestar en las calles y de pedir que sean liberados los presos políticos), confronta al más común de los ciudadanos con todo el aparato del Estado y su naturaleza de dominio despótico, inexorable y sin apelación posible (...) Nuestro movimiento, por ello, no es una algarada estudiantil más; esto debe comprenderse muy bien por quienes se obstinan en querer ajustar sus nuevas realidades a los viejos sistemas obsoletos de su ‘revolución mexicana’, y de su ‘régimen constitucional’, de su ‘sistema de garantías’ y otros conceptos vacíos, engañosos, de contenido opuesto a lo que expresan”.
El presidente “sólo dejó una disyuntiva a quienes, desde el Zócalo, hemos exigido una respuesta a las demandas con concentraciones populares”: “O aceptamos sus ‘soluciones’ sin seguir presionando; o se reprime, ahora en definitiva, este movimiento popular apelando al ejército, la marina y la aviación (...) Negamos que por nuestra parte existan presiones ilegítimas hacia el gobierno; pero la falta de respuesta a una demanda lleva necesariamente a la acción popular: única vía que queda abierta ante un régimen sordo y mudo (...) La disyuntiva que se nos plantea entre aceptar sus soluciones o esperar la represión total, es una falacia más porque no hubo ninguna solución a los dos puntos mencionados en el informe; los demás no recibieron siquiera atención (...) Hemos planteado siempre y en todo momento que queremos solucionar el conflicto; que para ello iremos al diálogo en cualquier momento, bajo las condiciones que el gobierno exprese. Una sola es nuestra exigencia: que este diálogo sea público, ante toda la nación, y que no se pretenda intimidarnos con tanques y policías (...) Hasta hoy no hemos recibido otra respuesta que el aumento de la represión, las amenazas y las calumnias que pretenden cambiar la opinión pública para volverla desfavorable a nosotros (...) El gobierno puede solucionar este prolongado conflicto cuando quiera. Nosotros siempre hemos estado dispuestos a hacerlo”.
Por la tarde de este martes se realizaron asambleas en las escuelas para discutir la táctica más adecuada, en vista de la nueva situación que se presenta a consecuencia del cuarto informe.
Se realizó una mesa redonda en el auditorio Justo Sierra de la UNAM para analizar el informe presidencial. Los participantes señalaron que “el informe denota el endurecimiento de las medidas de fuerza contra el movimiento estudiantil; que no ofreció bases para la solución del conflicto pero que, sin embargo, dejó una estrecha abertura para una eventual discusión”.
El obispo auxiliar y de México, Francisco Orozco Lomelín, declaró oficialmente que no hubo profanación alguna de la Catedral por parte de los estudiantes. En un boletín de prensa difundido por Acción Católica Mexicana, de la Arquidiócesis de México, se señala que “la juventud está externando su inconformidad con las estructuras sociales que tanto en nuestro país como en otras naciones, no responden a las necesidades de los hombres”.

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