domingo, 28 de septiembre de 2008

Tlatelolco, día 16

El martes 6 de agosto fue de extrañas acusaciones: en los periódicos aparecen varios desplegados de organizaciones de estudiantes y jóvenes, en los que se rechazan las persecuciones policiacas a las fuerzas progresistas y de izquierda del país. La Confederación de Jóvenes Mexicanos y la Asociación Nacional de Egresados de las Escuelas Superiores para Hijos de Trabajadores señalan como responsables del estallido de la violencia a las fuerzas de derecha de dentro y fuera del país, como el MURO, la CIA y el FBI.
Para la CNED, las causas del conflicto se encuentran en la forma de gobierno prevaleciente en el país: “Lo que se puso a funcionar el 26 de julio con la agresión policiaca a la manifestación estudiantil es un complot reaccionario puesto en práctica por funcionarios con mentalidad de gendarme. Tales acontecimientos son producto de métodos de gobierno que no deben seguir usándose, los métodos de la imposición del criterio oficial a toda costa”.
La CNED exigía, entre otros puntos: “La investigación, no policiaca sino política, de las causas y los causales de la violencia contra los estudiantes y las organizaciones democráticas”.
Cebreros se negaba a morir: el dirigente de la FNET seguía atacando al movimiento estudiantil; en conferencia de prensa dijo que el Comité Coordinador de Huelga del IPN “está incitando a los estudiantes a quemar autobuses y causar daños a particulares, pues está infiltrado por agentes de la CIA y del comunismo internacional”.
Estudiantes y profesores de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM realizan una asamblea. Ahí se acuerda la adhesión del profesorado a la huelga estudiantil, el “establecimiento de un comité conjunto de lucha de profesores y estudiantes” y “que se abran las aulas para que profesores y alumnos estudien conjuntamente el problema político”.

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