La noche de Tlatelolco, de Poniatowska, está salpicado con la voz desesperada de esa mujer: “¡Carlitos, Carlitos... ¿dónde estás, hijo? ¿Dónde está Carlitos? ¿Dónde está mi hijo?!”
La misma mujer aparece (aunque un tanto débil y desdibujada, por una mala actuación) en la película Rojo amanecer.
Esa mujer se llamaba Margarita Nolasco y murió hace poco, sin alcanzar el cuadragésimo aniversario de su pesadilla personal.
Era doctora en etnología e investigadora emérita del INAH.
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Carlitos, por cierto, es Carlos Melesio.
El 2 de octubre de 1968 Carlos, entonces de catorce años, estaba en la Plaza de las Tres Culturas y sobrevivió a la matanza gracias a la solidaridad heroica de los vecinos del edificio Chihuahua, quienes les abrieron, a él y a otros chavos, un departamento cuyos ocupantes estaban de vacaciones.
Los jóvenes estuvieron escondidos en ese departamento algo así como tres días, bajo las camas, sin comida, y no fueron descubiertos ni siquiera cuando la tropa tumbó la puerta para catear el lugar (o para saquearlo).
Carlos volvió a su casa cuando sus padres, Margarita Nolasco y el doctor Carlos Melesio, ya lo daban por muerto.